Las cifras son claras y permiten decir que la mayoría de las féminas ha pasado por los molestos e incómodos momentos que ocasionan las infecciones íntimas. Lamentablemente, también es muy alto el porcentaje de mujeres que están absolutamente desinformadas o que manejan datos equivocados acerca de este importante tema.
La automedicación es el principal problema médico con el que lidian en la actualidad los profesionales de la salud. Es alarmante la cantidad de enfermedades que se han vuelto resistentes a los tratamientos tradicionales por esta causa. Y, en este sentido, son los padecimientos de tipo infeccioso los más incontrolables, pues se cuenta con un número limitado de fármacos para tratarlos.
"En el caso puntual de las infecciones vaginales —comenta Jenny Álvarez, ginecoobstetra y urogincóloga— uno de los factores que ha contribuido con este problema es la facilidad que se tiene para adquirir medicamentos antifúngicos. La paciente cree que porque una vez se lo recetó el especialista, y le hizo efecto, puede seguir usándolo sin estar segura de que presenta la misma patología. También están aquellas que piensan que el mínimo cambio en el flujo se debe a una infección y corren a comprar cualquier óvulo o crema y no se percatan de que el flujo tiende a ser distinto según los cambios en el ciclo menstrual".
Y si bien es cierto que la visita al ginecólogo no es lo que más disfrutan las féminas, no existe otra manera de asegurar un cuidado responsable de la salud sexual y reproductiva. Ni siquiera el mismo médico, por más experiencia que tenga, puede aventurarse a dar un diagnóstico definitivo con sólo haber auscultado a la paciente; para poder hacerlo necesita realizar ciertas pruebas y analizarlas en el laboratorio.
No tan cándida
De los diferentes tipos de infecciones íntimas, se puede decir que la candidiasis es la más común de todas. Es causada por un hongo conocido como Candida albicans, que normalmente se encuentra como flora vaginal habitual en forma inactiva sin causar flujo.
Las bacterias beneficiosas, denominadas Lactobacillus, presentes en la vagina, evitan que la candida prolifere y cause problemas; sin embargo, este ecosistema es muy sensible y puede modificarse por muchas razones.
Cuando esto sucede, este hongo comienza a desarrollarse y ocasiona síntomas como el flujo blanco con especie de grumos (semejante a la leche cortada), el prurito intenso y la inflamación de las zonas interna y externa de la vagina. También es posible que se manifieste dolor al orinar y al tener relaciones sexuales.
Aunque los especialistas aclaran que, en la mayoría de las mujeres, no se ha encontrado una razón específica que permita explicar por qué padecen esta enfermedad, se cree que ciertos factores influyen en su aparición como, por ejemplo, el uso de medicamentos que contienen antibióticos de amplio espectro, esteroides o estrógenos; los cambios hormonales propios del embarazo, patologías como la diabetes o deficiencias en el sistema inmune.
"En la actualidad estamos observando que, si bien esta era una de las infecciones íntimas más fáciles de tratar —comenta la ginecóloga Álvarez—, se están presentando muchos casos de recidiva (reaparición de la enfermedad poco tiempo después de la convalecencia) y de resistencia a los tratamientos tradicionales, los cuales suelen ser con cremas u óvulos fungicidas pertenecientes al grupo de los imidazoles y los triazoles. Los casos van desde mujeres que después de uno, tres o siete días de medicación, vuelven a presentar la candidiasis, hasta aquellas que nunca se mejoraron totalmente. A esta situación se ha unido el hecho de que estamos encontrando la presencia de cepas más resistentes como la Candida glabrata, Candida tropicalis y Candida subtropicalis, muy difíciles de tratar con los antifúngicos habituales".
Otras molestias
Aparte de las infecciones vaginales causadas por hongos, están las que se deben a bacterias, parásitos y virus, las cuales también suelen ser recurrentes. Para determinar el agente etiológico responsable de la enfermedad es necesario hacer pruebas como un cultivo, el cual consiste en la extracción de una pequeña muestra de células vaginales que, posteriormente, son enviadas al laboratorio para ser analizadas bajo un microscopio. Ya con el resultado en mano, el especialista podrá decir a qué se debe la vaginitis.
Una bacteria llamada Gardnerella vaginalis es la responsable de una molestia que ocasiona un flujo de moderado a abundante, de olor muy desagradable (como a pescado descompuesto) y de color blanco o grisáceo. La paciente también puede experimentar ardor o picor en la vagina. Se desconocen las razones exactas del crecimiento de esta bacteria, pero se cree que el contagio sucede por contacto sexual. Usualmente, el tratamiento consiste en la prescripción de fármacos vía oral y de óvulos de colocación local. Entre las complicaciones de esta infección se encuentran la interferencia en el desarrollo normal del embarazo y el aumento de las probabilidades de contraer una infección pélvica seria.
El parásito Trichomonas vaginalis genera un cuadro infeccioso muy parecido al de la Gardnerella. Los síntomas son casi los mismos; sin embargo, pueden observarse algunas diferencias en la secreción vaginal, que suele ser espumosa y de color amarillo-verdoso. Su contagio también es por vía sexual y puede proliferar después de la menstruación debido al cambio del nivel de acidez de la vagina. Si no se atiende adecuada y oportunamente puede ocasionar una vaginitis aguda.
Adicionalmente existen dos padecimientos de transmisión sexual exclusivamente —la clamidia y la gonorrea— que, de igual manera, causan flujo vaginal. Estas son afecciones del cuello del útero que pueden presentarse sin sintomatología. Ambas patologías, como es de suponerse, requieren ser tratadas con antibióticos específicos.
Ayuda natural
Siempre hay quienes desean reforzar la acción de los fármacos con sustancias naturales que no representen ningún peligro para la salud. Entre las opciones sugeridas se encuentran:
El yogur. Otras investigaciones han reportado que las mujeres que consumieron, por lo menos, un yogur al día presentaron una considerable disminución en la incidencia de infecciones vaginales por levaduras.
La Equinácea. Este antibiótico natural, como muchos lo llaman, también ha demostrados efectos benéficos en el tratamiento de la candidiasis.
Características normales
Una mujer sana también puede presentar flujo vaginal. La vagina y el útero secretan pequeñas cantidades de líquido para barrer las células viejas que revisten sus paredes.
De esta manera se mantiene la zona limpia y saludable. Esta secreción es clara o lechosa, pero no presenta mal olor. El aspecto de este flujo suele variar con los cambios del ciclo menstrual. Se hace más espeso y pegajoso, como una especie de moco, durante la fase de ovulación. Esto es un mecanismo para favorecer un embarazo mientras el óvulo está apto para ser fecundado.
¿Cómo evitarlas?
• Use ropa interior de algodón, evite las fibras sintéticas (nylon) que aumentan la temperatura de la zona pélvica.
• Para evitar que bacterias de las heces colonicen la vagina, cada vez que vaya al baño límpiese de adelante hacia atrás y no en sentido contrario.
• Evite usar por largas horas pantalones muy ceñidos al cuerpo, medias de nylon, o trajes de baño húmedos.
• La higiene íntima no requiere el uso de duchas vaginales, por el contrario, éstas resultan contraproducentes, pues barren las bacterias beneficiosas y alteran el ph natural. Para el aseo basta con el uso de un jabón neutro por el área externa de la vagina.
• Si requiere o está acostumbrada a utilizar toallitas diarias, prefiera las sencillas que carecen de perfumes y otros aditamentos como talco.
• Procure tener un solo compañero sexual y no olvide tomar todas las medidas de seguridad como, por ejemplo, el uso del preservativo.
• Mantenga controlados sus niveles de estrés, pues la tensión prolongada suele afectar el sistema inmune y, por lo tanto, tornarla más vulnerable a las patologías infecciosas.