¿Reconoce estos lamentos?: seis de la tarde y al término de la jornada laboral florecen unos sollozos tan habituales como estos: "me duele la espalda", "tengo inmovilizado el cuello", "mis piernas están entumecidas". ¿Alguna coincidencia? Pues, bien, el diagnóstico a primera vista es falta de estiramiento. Así de sencillo: ante un cuerpo inmóvil y estancado sobreviene la inflexibilidad que impide la ejecución triunfante de los movimientos y de allí esos lamentos que sólo menguarían si realinea su disposición postural. Para renovarse, hay que estirarse.
Empecemos por definir qué es. Primero, debemos señalar que el cuerpo tiene numerosas capacidades, una de ellas el estiramiento. Una definición técnica podría ser esta: es alargar o dilatar los músculos cuyos tejidos pueden alargarse, cuando estiramos, o fruncirse, cuando los inmovilizamos. Estudiosos, como fisiatras o kinesiólogos, describen físicamente a la persona que durante años desairó estas prácticas así: en el devenir de la vida se va experimentando, además de tensiones musculares, pequeñez corporal porque los músculos se encogen. Esta mutación hacia el achicamiento podría contenerse con el cuidado y atención del cuerpo, porque éste -hay que recordarlo- no se mantiene por sí solo.
Todos deberíamos realizar una rutina de estiramientos, al menos, una vez al día. Estos son sus beneficios físicos y fisiológicos más destacables: 1. aumenta la amplitud articular, 2. mejora el rendimiento deportivo, 3. regenera la musculatura atrofiada, 4. aumenta el flujo y retorno sanguíneo, 5. favorece la flexibilidad (la habilidad de los tejidos alrededor de la articulación), 6. mejora el balance corporal, 7. estimula la concentración mental y 8. combate el estrés. También evita lesiones ante pequeños accidentes, porque como auspicia la elasticidad articular y muscular, el impacto es menor.
¿Qué espera para comenzar?
Posturas y estiramiento
La postura incorrecta que adoptamos durante la faena laboral es una de las causas de nuestros males. Esas horas continuas que destinamos al trabajo frente a la computadora o escritorio, demandan rutinas de estiramientos breves. Tenemos que equilibrar el cuerpo, esa es otra tarea que debemos cumplir a conciencia. Los fisioterapeutas aseguran que mantener una misma posición por tiempo prolongado genera contracturas musculares que convocan el dolor y la tensión, por ejemplo, en brazos, espalda y cuello. Así, pues, debemos girar y estirarnos cada tanto. Algo de esto ya lo ha refrendado la Organización Mundial del Trabajo que recomienda una pausa de tres minutos por cada hora laborada, otra de 10 minutos a media mañana y media tarde, y un corte obligado a mediodía.
Justo estas pausas-en la oficina o lugares de nuestra cotidianidad- se deben aprovechar para estirarse. Existen ejercicios con características sencillas de realización como los estáticos que son de baja intensidad y posición relajada. Es decir, no todos los estiramientos son dinámicos (que se combinan con tonificación) ni terapéuticos; los denominados silenciosos, pueden ejecutarse sin sesudas instrucciones. Si su día transcurre frente a una PC o escritorio, debe alzar los brazos, flexionar las piernas, mover los hombros y dedos (ver recuadro). Estos movimientos corporales los eludimos con facilidad y son necesarios. La idea es invocar apertura donde la articulación ha dejado de moverse por falta de uso; de allí, en parte, los clamores molestos escenificados al principio.
Si considerásemos estas lecciones evitaríamos algunas enfermedades, verbigracia la lumbalgia (dolor localizado en la región de la columna vertebral) que es una de las primeras causas de consulta médica entre los trabajadores venezolanos. ¿Qué la produce? El exceso de tensión en los músculos lumbares, la falta de movilización equilibrada y las posturas laborales impropias. La cervicalgia (tensión en el cuello y más frecuente en las mujeres) y la tendinitis en los dedos (inflamación de tendones) también hacen acto de presencia por razones similares. Estas dolencias afligen, especialmente, a aquellos que superan los 45 años (a mayor edad más necesidad de estiramiento), a quienes la energía corporal se les estanca por la inamovilidad y el desequilibrio corporal.
El yoga y otras alternativas
Una de las disciplinas o filosofías de vida apoyadas en el estiramiento es, a no dudar, el yoga. Muchos fisiatras y traumatólogos lo recomiendan como una poderosa fuente de acción cuando el sedentarismo domina la cotidianidad, porque con su práctica mejoramos, entre otras cosas, la higiene postural. El Hatha Yoga tuvo la cortesía, según algunas consideraciones, de proyectar en Occidente los principios del estiramiento. Entre sus beneficios más renombrados se cuentan: 1) conduce a una vida más larga, sana y relajada 2) fortalece el sistema inmunológico y 3) reduce el estrés. Ahorremos palabras: con el yoga aumentamos nuestra conciencia del cuerpo. También se recomiendan el pilates y el stretching (ver recuadro).
En suma, estos son esbozos y sugerencias que se exponen con la intención de presentar las distintas formas de estiramientos que redundan en salud. Aquí entra en juego la edad, las aficiones, las condiciones articulares y los grupos musculares que movilizamos -y los que no- en nuestra vida cotidiana. Lo ideal sería confeccionar una rutina que responda a cada uno de estos elementos. Resulta provechoso consultar a un médico o a un instructor de yoga. ¿Para qué? Para canjear esos dolores por una saludable comunión corporal.